En nuestras familias es muy normal el tener que afrontar un cambio de destino.
Los niños se sienten más a gusto en un entorno conocido y predecible, caracterizado por la rutina y la familiaridad, aunque como padres queremos lo mejor para nuestros hijos, en el caso de las familias militares la decisión de cambiar de destino no está siempre en nuestras manos.
Por este motivo he recopilado información que nos pueda ayudar a abordar esta situación con nuestros hijos…
Por estresante que pueda resultar un cambio de destino para un adulto, la experiencia puede ser incluso más traumática para un niño, que puede no haber participado en el proceso de toma de decisiones y tal vez no entienda el porqué de dicho cambio.
Puede que este nuevo cambio de destino no te haga ninguna ilusión, sin embargo intenta mantener una actitud lo más positiva posible delante de tus hijos. A los niños les afectan enormemente las actitudes y estados de ánimo de sus padres en los momentos de cambio y transición, y necesitan que éstos les transmitan un mensaje de tranquilidad y seguridad.
Habla con tu hijo sobre el traslado
Independientemente de cuáles sean las circunstancias concretas, la mejor forma de preparar a tu hijo para el traslado es hablarle sobre ello pronto y a menudo.
Es conveniente que le des a tu hijo suficiente información sobre el cambio de destino con tanta anticipación como sea posible. Responde a todas las preguntas que te haga con la máxima sinceridad posible y se receptivo a sus reacciones, sean positivas o negativas.
Incluso aunque la mudanza represente una clara mejora en la situación familiar, es posible que tu hijo no lo vea tan claro, y que, en vez de ver las ventajas que entraña el cambio, se centre en los aspectos negativos y en lo mucho que le impone el cambio.
Deja que tu hijo participe en el proceso de planificación y de toma de decisiones en la medida de lo posible. Si a tu hijo le apetece, permite que colabore en el proceso de buscar una nueva casa o un nuevo colegio; probablemente así sentirá que tiene voz y voto en la familia, en vez de vivir el traslado como algo impuesto.
Dale a tu hijo la máxima información posible sobre la nueva casa, la ciudad y el estado (o país) adonde vais a mudaros.
Averigua dónde podrá practicar sus actividades favoritas en el lugar de destino. Si tienes familiares, compañeros o amigos en ese lugar, puedes pedirles que le envíen fotos de la nueva casa y/o del nuevo colegio del niño.
Cambiar de destino con bebés, niños pequeños y niños en edad preescolar
Los niños menores de seis años suelen ser los que dan menos problemas a la hora de hacer un cambio de destino debido a su limitada capacidad para entender lo que conllevará ese cambio. De todos modos, la ayuda y guía de los padres sigue siendo fundamental. He aquí algunos consejos que pueden facilitar el proceso con niños de estas edades:
- Explicarles las cosas con claridad y sencillez. Utilizar un cuento o historieta para explicar el traslado, o bien un camión de juguete, muñecos y muebles o cajas para simular la mudanza.
- Cuando introduzcas los juguetes de tu hijo en cajas antes del traslado, asegúrate de que el pequeño entiende que tú no pretendes deshacerte de sus juguetes.
- Pospón el momento de deshacerte de los muebles de la antigua habitación de tu hijo, pues podrían ayudarle a sentirse más cómodo y seguro en la nueva casa.
- Evita hacer otros cambios importantes durante o inmediatamente después de la mudanza, como enseñar a tu hijo a utilizar el váter o cambiarlo de la cuna a la cama.
- Organiza las cosas para que el día de la mudanza tu hijo se quede en la guardería, con familiares o bien con un canguro.
Cambiar de destino con niños en edad escolar
Durante los primeros años de la etapa escolar, los niños pueden estar relativamente abiertos y ser bastante tolerantes a un cambio de destino. De todos modos, tu hijo seguirá necesitando de tu consideración, tu guía y tu ayuda durante todo el proceso de transición.
Existen dos teorías sobre cuál es el mejor momento para realizar la mudanza. Algunos expertos afirman que el verano es el mejor momento, pues así se evita interrumpir el curso escolar. Otros afirman que la mitad del año es una opción mejor, ya que así los niños pueden hacer amistades con otros niños nada más llegar al lugar de destino.
Para evitar añadir más motivos de estrés al proceso de transición, es una buena idea recopilar toda la información que el nuevo colegio del niño necesitará para poder inscribirlo, incluyendo el expediente académico, la cartilla de nacimiento o el libro de familia o, tal vez, el último informe médico puesto que cada país tiene su sistema de vacunación y normativa.
Cambiar de destino con adolescentes
No es nada raro que un adolescente se rebele y se oponga abiertamente al traslado. Probablemente tu hijo en edad adolescente ha invertido una energía considerable en pertenecer a un grupo social, y es posible que hasta haya iniciado una relación sentimental. Además, el traslado podría suponer para tu hijo tener que perderse un acontecimiento largamente esperado, como la fiesta de fin de curso.
Es especialmente importante que transmitas a tu hijo el mensaje de que quieres que te hable sobre lo que le preocupa y que tú le das importancia y respetas sus miedos y preocupaciones. No intentes tranquilizarlo quitándole importancia a sus preocupaciones, pues sólo conseguirá transmitirle el mensaje de que no respetas sus sentimientos. En lugar de ello, puedes ayudarle explicándole que el cambio de destino será una especie de ensayo o preparación para futuros cambios, como ir a la universidad o cambiar de trabajo.
Si es posible, empezad a planificar una visita al antiguo destino después de la mudanza.
Después del día de la mudanza
Después de la mudanza, es una buena idea poner en orden la habitación de tu hijo antes de centrarse en el resto de la casa. Asimismo, intenta mantener el horario habitual de comidas y de acostarse por la noche para proporcionar a tu hijo una sensación de orden y familiaridad a pesar del cambio.
Cuando tu hijo empiece a ir al colegio, acompáñalo. Intenta conocer a la mayor cantidad posible de profesores y/o concierta una cita con el director del centro para presentarle a tu hijo.
Ten expectativas realistas sobre el proceso de transición de tu hijo. Por lo general, los profesores prevén un período de adaptación de unas seis semanas para que un niño se sienta cómodo en un centro de estudios nuevo. Algunos niños necesitan menos tiempo, mientras que otros necesitan más, además dependerá de si hay un idioma nuevo de por medio.
Si, tras un período prudencial después del cambio de destino, te sigue preocupando la forma en que tu hijo está afrontando el cambio y realizando el proceso de transición, el asesoramiento de un terapeuta familiar podría ser de gran ayuda.
Un cambio de destino puede plantear muchos retos una familia, pero también hay muchas cosas buenas que pueden ocurrir como consecuencia de este tipo de cambios. Es posible que el traslado sirva para unir más a la familia o para que los padres aprendan cosas de sus hijos y los conozcan mejor al pasar juntos por una experiencia tan delicada.
Fuente: http://lafamiliaonline.wordpress.com/